Isabel García Olasolo no explica que hay una labor familiar de preparación extremadamente importante antes de que los niños aprendan a leer, y de seguimiento, después. Aunque resulte increíble, se recomienda poner a los niños en contacto con la lectura a partir de un año aproximadamente. Hablamos de cuentos con grandes imágenes y poco texto, que se irán complicando y ampliando a la medida del lector. A corto plazo la lectura permite:
Enriquecer la relación adulto-niño
En esta relación mágica, niño-adulto-libro, el padre, la madre son los encargados de maravillar a su hijo con el libro y de descubrirle el mundo sorprendente que guarda. Estos momentos de lectura son muy gratificantes, porque están, además, envueltos en afectividad.
Ampliar y organizar el universo del niño
Tanto las imágenes como los textos le ayudarán a:
- Conocer el mundo.
- Conocerse a sí mismo.
- Dominar el entorno real. Los textos le adelantarán, además, futuras experiencias.
- Conocerse a sí mismo.
- Dominar el entorno real. Los textos le adelantarán, además, futuras experiencias.
Desarrollar las capacidades mentales del niño
- Memoria. El niño podrá contar el cuento que le ha leído, siguiendo las imágenes.
- Lenguaje. A través de la lectura oída, el pequeño ampliará su vocabulario y aprenderá frases cada vez más complicadas.
- Capacidad de abstracción. El niño establece la relación entre los objetos que ha visto en la realidad y la representación de los mismos en las ilustraciones. Pasa, en consecuencia, a un nivel de abstracción.
- Imaginación. A partir de la imagen y del texto, el niño comienza a construir su propia representación, a crear una realidad en su mente.
- Lenguaje. A través de la lectura oída, el pequeño ampliará su vocabulario y aprenderá frases cada vez más complicadas.
- Capacidad de abstracción. El niño establece la relación entre los objetos que ha visto en la realidad y la representación de los mismos en las ilustraciones. Pasa, en consecuencia, a un nivel de abstracción.
- Imaginación. A partir de la imagen y del texto, el niño comienza a construir su propia representación, a crear una realidad en su mente.
Veremos ahora algunos aspectos prácticos sobre cómo leer en voz alta a los niños.
Cuando vayamos a leerle un cuento a un niño es conveniente que estemos familiarizados, previamente, con la historia y, por supuesto, que nos haya gustado lo que hemos leído.
La voz y las pausas y el énfasis que pongamos formarán una melodía que, especialmente con los más pequeños, se identificará indisolublemente con el cuento, tanto que es conveniente seguir las mismas pautas melódicas en cada relectura. Cada personaje merece una voz propia, pero tampoco de manera ridícula. Un ogro, el duende, el hada buena, la madrastra... cada uno tendrá un tono diferente y, de ese modo, la narración se convierte en un teatro y el niño la disfrutará muchísimo, aprendiendo a identificar a cada personaje perfectamente.
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